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Estas páginas sólo pretenden ser un pequeño homenaje a nuestros Viajeros inquietos

Viaje a Valdegeña, Numancia y Soria. Zaragoza, 8 de julio 2003

Encuentro con Avelino Hernández.

Estimados amigos de Soria:

Estuvimos en Soría y recitamos el poema Cumbres de Soria de  Gerardo Diego, que tuvísteis a bien facilitarnos. Ahí van algunos de los textos que han escrito los alumnos.

Un saludo cordial y buen verano. Benito y Vicente

ALUMNOS DE 1º DE ESO. I.E.S. "GRANDE COVIÁN". ZARAGOZA

"Las raíces de las palabras llegan al corazón de las cosas"

"Toda experiencia modifica la conciencia"

"La mano dice verdades y alegrías que la lengua es incapaz de articular"

"Los ríos son alegorías del tiempo. Ponen puentes en movimiento"

"He tenido suerte con mis maestros. Lograron persuadirme de que, en la mejor de sus formas, la relación maestro- alumno es una alegoría del amor desinteresado"

George Steiner, Errata. El examen de una vida, Siruela, Madrid, 2001

ANTOLOGÍA SELECCIONADA


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Valdegeña encierra muchos y bellos recuerdos de los pueblos ya casi olvidados.

En Numancia no quedaba gran cosa, pero los arqueólogos hicieron un esfuerzo para reconstruir el símbolo de la resistencia de los pueblos oprimidos por los romanos. Con el calor de la mañana comenzamos nuestro paseo por las ruinas. Lo fascinante es el sistema que tenían para vivir en aquellos parajes. Las casas reconstruidas son un buen ejemplo de la vida de aquellos hombres y de sus costumbres. En el Museo Numantino me llamó la atención la pelvis de un mamut y lo bien conservadas que estaban las reliquias de nuestros orígenes.

Más tarde fuimos a pasear por Soria, que es una hermosa ciudad y tiene un tesoro: el Duero. Y nos encaminamos hacia San Saturio, una pequeña ermita cerca del Duero y en un saliente de la montaña.

Helena Agustín Valdearcos

Numancia, la famosa ciudad resistidora: sus muros de piedra todavía huelen a batalla, en la que el ganar no es importante, sí el honor de un pueblo celtibero ante la opresión, el poder, la conquista… personificadas en los romanos. El sonido de las espadas chocando, flechas en el aire… El fin de ese pueblo es tan triste que recordarlo, a sus descendientes pone lágrimas en sus ojos. Noté una sensación de viajar al pasado.

Pablo Azagra Millán

Ayer fuimos de viaje. Primero a Valdegeña, pueblo de Avelino Hernández, con sus casitas antiguas y tan bien conservadas. Lo que me chocó fue los pitidos del panadero al traer el pan. A la entrada, hay unas teselas con todos los nombres de chicos y chicas que han visitado Valdegeña.

Noemí Núñez

Primero fuimos a Valdegeña, un pueblo pequeño pero bonito. Dimos una vuelta: primero vimos una miniestatua de Silvestrito, la casa de Avelino, el colegio, la iglesia….

Paula Ibáñez Cubero

Valdegeña , un pueblo pequeño, situado enfrente de un monte colmado de encinas. De allí es Avelino. Su hermano, muy amable, nos dio patatas fritas. Nada más entrar, se ve la silueta del pueblo pintada en la pared con los nombres de muchos alumnos y profesores que han visitado Valdegeña. A mí me hubiera gustado poner mi nombre. El profesor nos enseñó el pueblo y el colegio de Silvestrito; allí leímos partes de la novela. Había una figura de Silvestrito; nos dijeron que había que besarla para aprobar matemáticas. Lo que me hizo mucha gracia era el panadero que fue pitando por todo el pueblo.

Marta Cabello

Nuestro destino era Valdegeña, un pequeño pueblo en el que nació Avelino Hernández, escritor del que hemos leído un libro. Allí almorzamos y nos volvimos al autobús. A mí, personalmente, me pareció un pueblo muy bonito y me lo pasé genial. A continuación, llegamos a las ruinas de Numancia: no me parecieron nada del otro mundo. Me gustó mucho más el pueblo.

Esther Arruego Luesma

Vimos el Museo Numantino de Soria en el que tenían de todo: cuchillos, espadas, colmillos, anillos, botones, esculturas y muchas cosas más.

Roberto Montesinos Rivas

Llegamos a Valdegeña y nos esperaba el hermano de Avelino Hernández, que nos guió por todo el pueblo. A mí el pueblo me gustó mucho: era pequeño, tranquilo, metido entre montaña y montaña, escondido, como si quisiera pasar desapercibido. Fuimos hasta la ciudad antigua de Numancia. Yo sólo vi piedras y piedras; a mí los restos arqueológicos no me dicen nada. Cogimos el autobús y nos fuimos a Soria, a ver el Museo Numantino. Me gustó bastante, pero no entendí nada. Yo pensaba que un guía nos explicaría algo.

Después dimos un paseo por Soria: no le vi nada interesante. Andando por la orilla del Duero, que era un río bastante bonito, llegamos a San Saturio. Estaba en obras y no pudimos ver nada, aunque el año pasado ya lo habíamos visto.

Me hubiera gustado ver el olmo viejo de Antonio Machado.

Miriam Crespo Garcés

El viaje estuvo bien, pero me quedé con las ganas de ver a Avelino Hernández y sobre todo al famoso "olmo viejo"

Cuando llegamos a Valdegeña, nos resultó gracioso ver un coche por ahí, pitando y todo: el panadero. ¡Con lo desierto que estaba todo! Nos enseñaron la casa donde vivió su infancia Avelino y su hermano Ricardo. Resultó raro y a la vez bonito ver "imágenes" de los libros de Avelino, tales como las de "Silvestrito". En algunas casas, a la entrada del pueblo, también había frases; la más emotiva y sobrecogedora fue "Valdegeña también es mi pueblo".

Laura Calvo Barreiro

Cuando leí el libro de Avelino Hernández, me imaginé cómo viviría el escritor. Ahora sé que vivió en Valdegeña. He visto su casa y su pueblo; por cierto, un pueblo precioso, con mucha vegetación, un cementerio, el Valle del Infierno, y hasta un campo de fútbol y baloncesto.

Alejandro Blasco López

Me gustó mucho el viaje, pese a la tormenta que nos cayó encima. Pero volver tan tarde y tener al día siguiente dos exámenes, no fue nada agradable.Lo que más me gustó, sin duda, fue el paseo a San Saturio, que era muy bonito, y la visita a las ruinas de Numancia. Valdegeña no estuvo mal, lo único que no pudimos ver todo el pueblo. Cuando llegamos a Soria, yo me la imaginaba diferente: más pequeña. La visita al museo me gustó también mucho, y me sorprendió la gran pelvis y los colmillos del mamut. ¡ Ya me olvidaba de Numancia! A decir verdad … me encantó. Las ruinas estaban muy bien conservadas; y las chozas, muy bien imitadas.

Clara Jarauta Cordoba

De Valdegeña, me impresionó lo pequeño y viejo que era, la iglesia, el hermano del autor de "La boina asesina del contador de cuentos", el colegio que salía en el libro.

Más tarde fuimos a ver el Museo Numantino, donde me impresionó ver los colmillos de elefantes, las monedas y otras utilidades que desarrollaban en aquella época. A la salida, muchos de los compañeros fueron a comprar recuerdos en un puesto de indios. Enfrente del museo había un parque, allí comimos. Me gustó porque estaba muy limpio, no había ruido y se estaba tranquilo. Nos fuimos andando hasta el río Duero, y entramos en el claustro de San Juan. La tarde se puso mala, pero fuimos a San Saturio, donde vimos muy poco porque estaba en obras y, al bajar, nos cayó todo el chaparrón y nos tuvimos que refugiar en un autobús hasta que llegó el nuestro.

Álvaro Nieto Bravo

A mí me parecía muy interesante el viaje, y estaba muy ilusionado en saber la vida de un escritor cuyo libro habíamos leído. Valdegeña es un pueblo pequeñito y alegre, que te da una parte de él, como si también fuera tu pueblo. Después, las ruinas de Numancia: parecía un pueblo triste. No sé cómo no nos ponemos a pensar la cantidad de cosas que tenemos. Cuando vi las casas, parecía una película más que realidad. Para finalizar, Soria me recordó un poco a Zaragoza, aunque no vi un edificio con más de cinco plantas.

Diego Martín Calvo


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Pako comparte con nosotros la mágica soledad soriana

Nos acercamos por primera vez a Soria, hace ya siete años por casualidad. Unos parientes pasaban los veranos en Navaleno. Siempre me había parecido algo estrambótico lo de veranear en Soria. Me costaba entender que alguien fuese allí de vacaciones. Nos invitaron a pasar unos días y mira por donde... terminamos a mediados de agosto en Navaleno.

Apenas llegar nos llevaron al Cañón del Rio Lobos. Me pareció en su sencillez y belleza, contemplando al atardecer la ermita de San Batolomé y su entorno, uno de los lugares más hermosos nunca por mí vistos. Ese lugar mil veces imaginado y que tendemos a situar a miles de kilómetros de donde vivimos. Y allí estaba, en Soria, a cuatro horas de casa.

Ya mientras nos dirigíamos hacia Ucero, bajando la cuesta de la Galiana, el castillo que no lejos se ve vino a ser el flechazo con aquellas tierras. La ermita de San Bartolomé y el castillo de Ucero, posteriormente varias veces visitado, fueron el principio de una relación con Soria que ya desde entonces no ha hecho sino crecer.

Caracena, Gormaz, Tiermes, Ucero, San Baudelio, San Saturio. El Duero, Castroviejo, la Laguna Negra, Calatañazor, la Fuentona, Medinaceli...

Soria es ya para nosotros la segunda casa y todos los veranos al entrar por Piqueras detengo el coche para, alzando los brazos, gritar con alborozo: ¡Soria!

Tal vez no os guste, pero no deberíais hacer publicidad de la provincia porque uno de sus encantos es la soledad. Gormaz o Caracena no serían lo mismo con cientos de turistas. A pesar de todo yo no he podido resistirme a contar a cuantos he tenido oportunidad lo que aquí y brevemente he resumido. Y los que se han acercado han vuelto encantados.

Ahora y sin esperar al verano, voy para tres días. Ver atardecer desde las murallas viejas de mil años de Gormaz después de haber dejado pasar las horas previas lentamente en Caracena, es un viejo sueño que pronto será cumplido.

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Volvemos a Soria desde Gipuzkoa. Berlanga, San Baudelio, Caltojar, Bordecorex, Caracena y Gormaz llenarán dos días largamente esperados.

Sus encantos no están en largas y concurridas avenidas, ni en palacios suntuosos o en grandes museos. Tampoco en los circuitos turísticos de las grandes agencias ni en los locales de las más famosas tiendas de moda. Soria es la magia de un paisaje en el que el hombre, la naturaleza y la Historia pareciesen haberse puesto de acuerdo para dejar al viajero ocioso, romántico y despreocupado del siglo XXI el mejor de sus legados: el de sentarse en cualquiera de sus piedras centenarias y con ese esfuerzo que tampoco cuesta a quien todavía es capaz de emocionarse con un atardecer de primavera en esa Castilla despoblada, imaginarse al caballero moro o cristiano que, tras mortal pelea con el adversario por un palmo de tierra que hoy sólo es yermo, acude ansioso al encuentro con su amada...

¡Hasta siempre en Soria!
Gracias
Pako A
Arrasate-Mondragón
Gipuzkoa

Iván desde las hermosas islas Canarias

Realmente se puede pensar e interpretar que estoy desubicado, descolocado...fuera de contexto.

Qué se puede pensar de un canario que a buen seguro las únicas raíces que tiene con "españa" son las propias de la conquista que los castellanos hicieron de lo que hoy llamamos las islas maravillosas?.

Un día tuve la fortuna, de eso estoy convencido, de poder visitar SORIA. una provincia para mi especial, hasta tal punto que me ha servido para poder trasladarme en el tiempo.

No existe día alguno desde aquel momento que piense en ella, que recuerde con nostalgia y melancolía en sus peculiaridades, en los castillos que pude visitar, en los pueblos que pude recorrer, en el tremendo y enriquecedor patrimonio del que cuenta...pero me faltó muchísimo por vivir, sobre todo conocer a su gente, saber de ellos, puesto que lo único que hice fue un mero ejercicio de observación.

Recuerdo una tarde de ese verano, serían las ocho, la zona la recuerdo como si la estuviese viviendo en estos instante, pero no así el nombre exacto. nos encontrábamos recorriendo la comarca de EL BURGO DE OSMA con destino RETORTILLO DE SORIA.

Atrás quedó lo que para mí ha significado la mayor expresión de melancolía (entendiendo ésta como el sentimiento que recorre nuestro fuero hasta fundirse en algo de razón, y con ello nos hace vivir esa agridulce emoción entre la tristeza y la esperanza)... recorría la carretera que une El Burgo con Retortillo, un asfalto en deterioro y una estrechez agudizada en algunas zonas delataba que no era excesivamente transitada.
De repente, un cambio de rasante precedió una recta en bajada destacada en su longitud.
Ese cambio no fue el único que se percibí, puesto que otro mucho más significativo e importante se produjo. El paisaje se tornó en una inmensa llanura con un testigo de excepción, el castillo de GORMAZ.

No tuve opción y automáticamente esa melancolía a la que hago mención me obligó a parar, seguidamente cogí la cámara fotográfica e intenté de una forma impaciente inmortalizar ese momento. No recuerdo el número exacto, pero creo que son cinco las fotos que mi razón me impulsó a hacer... estuve conduciendo toda la tarde, pero durante diez minutos ese castillo fue mi testigo, sentía en mi interior que me estaba observando, y no puedo evitar reconocer que me gustaba tal hecho, y se creó entre los dos una complicidad que desde entonces existe.  La melancolía hacia SORIA nació y se fraguó en ese pequeño espacio de tiempo. Desde entonces “veo” a Castilla de una forma diferente, de una forma especial, como si de un segundo hogar se tratase.

Ya eran las ocho de la tarde, el sol comenzaba a dar sus penúltimos destellos de luz clara, y empezaba a aparecer la luz tenue que hace que la nostalgia nos recorra el cuerpo. La carretera seguía con las mismas características, pero en este caso se encontraba en una mejor condición de conservación, puesto que estábamos entrando en un pequeño pueblo. Al margen izquierdo una pequeña parroquia se encontraba en soledad. Un pequeño porche precedía la puerta de entrada. Los rayos casi rojizos del sol bañaban el tejado y media parte inferior de la puerta de entrada al templo. La otra media estaba en completa oscuridad, ya que el pequeño porche no dejaba que el sol la impregnase, dándole vida. Tres ancianos sentados en la penumbra que había en esa puerta, hablando de sus cosas esperaban a otros dos que se encontraban de camino al encuentro.

La tarde estaba apaciguada, el verano se respiraba en el ambiente. Ese verano que facilita la comunicación personal, las relaciones de grupo, el intercambio de experiencias…

LA VERDAD ES QUE NO SÉ PARA QUE HE ESCRITO ESTO, BUENO REALMENTE LO HE HECHO PORQUE EL ESTAR NAVEGANDO POR LAS PÁGINAS DE LOS PUEBLOS DE SORIA NO HE PODIDO EVITAR LA TENTACIÓN DE PODER EXPRESAR MIS SENTIMIENTOS HACIA LA PROVINCIA QUE MÁS HA CALADO DENTRO DE MI SER, E INTENTAR CON ELLO PONER UN GRANITO DE ARENA EN LO IMPORTANTE QUE ES EL RECUPERAR ESOS PUEBLOS, Y PARA QUE VEAIS EN EN CANARIAS TAMBIÉN NOS IMPORTA, POR LO MENOS PARA MI, Y ESO PARA MI ES FUNDAMENTAL.

ESPERO QUE CON ESTO COMENCEMOS A TENER COMUNICACIÓN, Y PODER SABER UN POCO MÁS SOBRE LO QUE HACÉIS, PUESTO QUE DURANTE 5 AÑOS ESTUVE TRABAJANDO CON FONDOS DEL F.S.E. EL DESARROLLO COMUNITARIO CON LA FORMACIÓN Y CAPACITACIÓN PROFESIONAL DE DESEMPLEADOS, PARA EVITAR LA MIGRACIÓN DE ZONAS POBRES A OTRAS QUE NO LO SON TANTO, PORQUE EN CANARIAS TAMBIÉN TENEMOS PROBLEMAS DE DESPOBLACIÓN LO QUE A MUCHA MENOR ESCALA, EL NORTE DE ALGUNAS ISLAS SE "ESTÁN MURIENDO" MIENTRAS QUE EL SUR OCURRE TODO LO CONTRARIO, COSAS DEL TURISMO.

Iván

Hola, amigos!!
¡cuéntanos tu viaje!¡BUEN VIAJE!!

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