.

 

Un viaje inesperado

Julio Pina Fernández

 

Edita: A.C. La Pluma de El Burgo, 2018

 

Ya tenía yo ganas de tener en mis manos una nueva novela de Julio Pina Fernández por cuanto hace unos años tuve ocasión de leer Siete días, la única que tenía publicada (Apareció allá por 1996) hasta que me entregó el original de “Un viaje inesperado” con el ruego de que la leyera y además con la casi imposición amistosa de que la prologara. —Compromiso al canto, pero ven que acepté gustoso.

Dos años antes (1994) de que apareciera Siete días, había publicado un magnífico libro de relatos que al igual que me sucedió después con su primera novela, y más tarde con sus decenas de cuentos y relatos publicados, algunos de ellos incluidos en las “Antologías 2 y 4 de autores sorianos, De Buena Pluma” publicadas por la A.C. La Pluma de el Burgo en los años 2015 y 2017, me llenó el cuerpo de grandes dosis de paz interior, de belleza aprehendida de su lectura y conseguí saber, ya para siempre, lo que es escribir, narrar con serenidad, con normalidad en el uso de las palabras y claridad en las exposiciones al plasmar sobre papel unas magníficas historias nacidas no tanto de su inteligencia (que también) como de su corazón.

Julio Pina escribe como hablamos, mejor aún, escribe como deberíamos hablar y sobre todo como lo hacen determinados personajes de determinados ambientes y en determinas épocas, en cuyo tratamiento es un maestro; a cada uno lo suyo en su modo de expresarse.

He leído en otras páginas, por poner un ejemplo, párrafos endosados a niños en los que estos hablan como catedráticos y eso, señores, a mi entender no es de recibo, pero como decía, Pina pone en cada locución el tono, el acento, y los conocimientos exactos que se le suponen al personaje que habla en sus narraciones.

Pero voy más allá; los diálogos…

La dificultad de escribir diálogos claros, concisos, con palabras justas en su número y en su significado, está superada, quizá, por su ya antigua experiencia en la radio (a lo que se suma algunos pinitos en el mundo del teatro) donde tuvo que ajustar, y afinar, innumerables textos (de los que también era autor) que luego, en la voz de otros, salían por la antena. Esa docta experiencia le hace, casi involuntariamente por la facilidad con la que lo consigue, ir por delante de muchos otros autores que llenan párrafos y más párrafos de diálogos farragosos y de pesada lectura.

Me voy a permitir copiar unas líneas que escribí para un prólogo anterior en el tiempo y para un libro de otro autor porque en ellas explico —creo que de manera inteligible— lo que yo pienso es un prólogo:

El prólogo, a mi entender, es algo ajeno a la narración… un valor añadido en los casos en los que sirve para situar la acción, aclarar personajes o llevar levemente, y con los pies de puntillas, al lector al lugar y a la acción que después se encontrará en la narración y haciéndolo con el tino necesario para no adelantar acontecimientos. Para lo contrario están las reseñas de la contraportada que, además, ayudan a vender

No podemos sustraernos a la personalidad del autor si nos resulta cercano por mucho que él se empeñe en desmentir siempre ese puntito de autobiografía que se escapa en las apreciaciones íntimas del narrador, en los ambientes familiares que nos muestra, en la descripción de los personajes o, en sus diálogos.

Voy a añadir que la mayor dificultad que entraña un prólogo es esa de superar el miedo “escénico” cuando el prologuista diseña —aunque sea mentalmente— el guion de lo que quiere decir pues es casi imposible que el autor del libro a prologar quede plenamente satisfecho con lo escrito por el prologuista; pero eso es el precio que hemos de pagar los que, por una razón u otra, aceptamos el reto.

Hoy debo decir, además, que el segundo párrafo de los dos que me he permitido incrustar más arriba tendré que ajustarlo para las presentaciones en vivo que es donde un presentador puede explayarse en comentarios, reseñas personales del presentado y en anécdotas más o menos curiosas o divertidas. Ahora, y aquí, no voy a entrar en esos datos de Julio Pina pues muchos de ustedes le conocen por haberle leído o por haber charlado con él en alguna esquina de los soportales de El Burgo de Osma, Villa en la que departe, habitualmente, con don Jacinto que es el protagonista principal de su colección de relatos Cuentos de don Jacinto que se publican número tras número, en la revista “La Pluma” y en la novela que ahora tienen en sus manos con la intención, supongo, de comenzar a leer.

Háganlo, la disfrutarán y aunque se presenta como una novela de viajes, según orienta su título, no lo es; sí hay en ella un viaje, pero no se engañen antes de leerla, es un viaje atípico.

Carlos Robredo Hernández-Coronado
En El Burgo de Osma, invierno de 2018

La residencia, Julio Pina y Carlos Robredo

Memorias de un chico de alquiler, Carlos Robredo y Julio Pina

Esas cosas que pasan

Cuestión de principios

De Buena Pluma

LA PLUMA

 

Biblioteca Sorianaindex autoresindex títulosescritoresgoig soler

inicio del web
© soria-goig.com