Soria Ciudad, 1922 (2)

José Tudela de la Orden

 

El comercio

Generalmente lo hacían los arrieros a lomo.

Aldeana en Plaza de HerradoresCLICK!! sobre la foto para ampliarSon notables las Disposiciones del Fuero de Soria referentes a la sociedad urbana. En él se establece que “Todo aquél de finiestra o almujaba lixco o agua echase sobre algún omme o mugier, peche 10 maravedis al querelloso”.

No había entonces alcantarillado en Soria, como no lo hubo hasta el siglo pasado, seiscientos años después del Fuero y las aguas se vertían al arroyo de la calle por la ventana avisando antes por tres veces con la voz de ¡Agua! o con ¡Agua va!, para no bautizar al transeúnte según disponen las Ordenanzas de la Ciudad de 1760.

También se prohibe en el Fuero y se castiga en las Ordenanzas el depositar en el arroyo paja y basuras que pueden detener las aguas sucias que circulaban por las calles. Igualmente se castiga en éstas el arrojar al arroyo despojos de las reses muertas y lavar las tripas y menudos en los pilares de las fuentes.

El fuero castiga a aquel de cuya casa salieren malos olores a la calle y no lo impidiese.

Si queremos darnos una idea de cómo estaba la limpieza y la higiene de Soria, bastará decir como lo está hoy en muchos pueblos de la provincia.

Las calles debían de barrerlas los vecinos por mitad los de uno y otro lado todos los sábados y si hubieren de limpiarse otro día cualquiera se anunciará por pregón.

El alumbrado público no se conocía ni se usaba hasta que a mediados del siglo XIX se ponen unos pocos reverberos de petróleo y tan fausto acontecimiento es celebrado por el vecindario y el Intendente felicita por ello al Alcalde. Los días de luna se economizaba petróleo y no se encendían los reverberos. Este alumbrado se usó hasta el año 1896 que se inauguró la luz eléctrica.

El agua escaseó siempre y muchísimo en Soria, surtiéndose el vecindario de los pozos que abundan en la ciudad pues casi todas las casas tienen uno y en algunas dos y tres, unas pocas fuentes, la de Cabrejas, la de San Pedro y la de la Dehesa de San Andrés. Del río subían los aguadores con sus cántaros y vasijas con agua para vender a los vecinos. Estos solían coger el agua en enero y guardarla en tinajas.

Después se hizo la primera traída, entre otras, que fue la de la Verguilla a la Plaza Mayor y Plaza de Teatinos. Después una segunda traída menos afortunada que la primera, hasta que en 1906 se elevan las aguas del Duero, se abastece a la ciudad de agua necesaria, pero que hoy es insuficiente.

Detengámonos un poco a contemplar el caserío:

Palacio de los Ríos y Salcedo, hoy Archivo Histórico ProvincialCLICK!! sobre la foto para ampliarHa vivido la ciudad de Soria dos grandes épocas, en las que se desarrolló con intensidad. El siglo XIII y el siglo XIV.

En la primera se construyó gran parte del castillo y murallas y se elevaron muchas y hermosas iglesias, honra y prez de la ciudad. En esta época no se edificaban apenas palacios, únicamente la Arquitectura religiosa y la defensiva tenían importancia.

Es en el siglo XVI el otro momento de vida y de esplendor de nuestra ciudad, que se nota claramente con la sola contemplación de su arquitectura. Se alza la Iglesia de San Pedro, acaba de alzarse la de Santa Clara y se construye Nuestra Señora del Espino, casi todos los palacios y casas señoriales que todavía se conservan con mayor o menor propiedad.

Ciñéndonos solamente a la arquitectura civil, encontramos restos del XIII en una portada de la calle de la Zapatería con arco apuntado ornado de puntas de diamante.

Hay algunas casas del siglo XV, en sus finales y principios del XVI y en ellas se repite un mismo tipo en todas ellas, con su fachada de piedra o mampostería, puerta de arco, ventanas con boceles y una orla o reborde llamado arrabaz que cobija puerta y ventana.

En el siglo XVI debió de haber un maestro y unos oficiales canteros que formaron como una escuela y que labraron bastantes fachadas platerescas con una misma norma y unos motivos análogos, la portada de San Pedro, el arco que había en el antiguo palacio de los Betetas que hoy posee el conocido industrial Felipe Ruiz, la portada del palacio que ocupa hoy el Cuartel de la Guardia Civil. Una casa que es anterior a estas y que revela un buen gusto de su traza, aunque la maestría de su técnica es inferior, es la antigua Casa de los Clavos (hoy carbonería).

Palacio Condes de GómaraCLICK!! sobre la foto para ampliarPero, la joya de la Arquitectura civil de Soria, y una de las más preciadas de España, es el Palacio de los Condes de Gómara, su soberbia fachada de sillería, con sus elegantes arquerías y la magnífica torre que se alza a un extremo, y el palacio viejo tan bello y aún más que el nuevo que se alza a continuación al lado del poniente, daba a Soria el rango y aspecto de gran ciudad castellana.

Hay otros palacios y casonas de esta época y aún posteriores que en su interior conservan soberbias escaleras y ricos artesonados, como la antigua morada de doña Beatriz de Beaumonte, en donde Santa Teresa fundó su convento de Soria y que hoy forma parte del Convento del Carmen y la casona que en la Plaza de San Esteban posee la Condesa Vda. de Giraldeli.

Palacio de los VinuesaCLICK!! sobre la foto para ampliarNo es raro encontrar en alguna de estas casas elementos defensivos como aspilleras, torres defensivas, etc., que revelan las precauciones que se tomaban entonces no sólo contra el enemigo común sino unos nobles contra otros, pues es sabido que armaban sangrientas pendencias entre ellos y así turbaban la pacífica vida de las ciudades.

También se ven casas notables del siglo XVII y XVIII pero ya no son ni tan abundantes ni tan magníficos como las del XVI, lo cual viene a confirmar nuestra tesis.

Estos nobles sorianos eran en su gran parte ganaderos, cuyas cabañas de merinas trashumaban de tierra de Mediodía a estos agostaderos alternativamente dos veces al año.

Nos hemos detenido, acaso demasiado, en las casas señoriales, hablemos algo de las casas humildes, éstas las más míseras y pobres como lo son las muchas que todavía se conservan de aquellos tiempos. Casas pequeñas, de adobes, entramados de madera, o de tierra apisonada, con sus pisos volados sobre canecillos que aún se adornan con alguna talla rudimentaria.

Dentro de la arquitectura municipal y civil hemos de hacer mención especial de las tiendas y talleres.

Las tiendas y talleres ocupaban como hoy la planta baja de las casas, donde se abría para dar luz un hueco, cuyo tablero de cerramiento era a su vez ya caído mostrador y si la tienda estaba en un portal entonces el hueco se aprovechaba como escaparate y se despachaba por el portal.

Aún se conservan en Soria, hoy día, talleres en la calle del Pilar y en la de Numancia que tienen idéntica disposición que las antiguas tiendas.

En atención a la denominación de este Círculo y al público que me escucha, en su mayoría comerciantes y artesanos voy a referir con algún detenimiento la Organización, Privilegios y Ordenanzas de algunos oficios de Soria.

Plaza MayorCLICK!! sobre la foto para ampliarEl Comercio en los siglos pasados no estaba tan desarrollado como hoy, las necesidades eran muchas menos, la industria local y aún familiar atendía al hilado, tejido y confección de muchas prendas y el apaño de otras. Además los muchos arrieros y trajinantes que entonces había eran los que proveían a la ciudad, los pueblos y aldeas de los artículos que aquí no se producían, llevándose lanas. Los medios de comunicación eran escasísimos y malos y las grandes historias no se habían desarrollado y las necesidades eran pobrísimas.

Así es que con las tiendecillas que hemos descrito, con algunas carreterías, los arrieros, trajinantes, judíos y genoveses que se dedicaban al comercio a domicilio se llenaban las necesidades comerciales.

Todos los oficios estaban sumamente regulados, constituyendo sus cofradías y gremios que surgían por terminantes Ordenanzas. Ordenaban la clasificación de los artesanos, en maestros, oficiales y aprendices, con riguroso tránsito de una a otra categoría hasta saber perfectamente el oficio.

Se cuidaba con esmero de la calidad de la labor en prestigio del gremio, destruyéndose la obra defectuosa o fraudulenta y se cuidaba además con gran rigor, de la exactitud de pesos y medidas y de la calidad de los artículos y productos.

Las Ordenanzas de Soria establecían “Que ningún oficial ponga tienda de ningún oficio nuevo sin licencia del Ayuntamiento y dos Regidores acompañados de dos oficiales del mismo oficio que vean su suficiencia, para evitar el gran daño que se sigue a la república de que las gentes confíen en ellos sus casas y haciendas y se las destruyan y estragan por no tener aquél saber que debían”.

En todo se buscaba la calidad en la obra que ha acreditado las artes manuales, la sabiduría, la honradez y el gusto de los antiguos artesanos.

Pero veamos algunas disposiciones y Ordenanzas de los oficios de nuestra ciudad.

Los tenderos formaban la Cofradía de San Miguel y según sus Ordenanzas aprobadas por Real Privilegio de Fernando IV debían reunirse una vez al año para hacer caridad y nombrar el preboste, dos Alcaldes, jueces y hombres buenos que han de vigilar las pesas y medidas de las tiendas y los pesos mayores de la villa una vez al mes o cuando quisieren.

Se les prohibe mezclarse unos a otros en las compras y ventas que ellos realizan.

En el Cabildo y por los Alcaldes, jueces y hombres buenos se solventaban y realizaban y resolvían los mutuos pleitos, multándose el llevar abogado o vocero que no sea del oficio. El Cabildo también multaba las voces, injurias y malos tratos que unos tuvieren con otros y si los del Cabildo o Cofradía de Soria tuvieran pendencia o querella con tenderos o vendedores de otro Cabildo les acompañaban para ayudarles en sus derechos.

Si caía enfermo un hermano debían de velarle cuatro cofrades por turno, debiendo llevarle la candela en invierno, debiendo ser asiduos y puntuales.

Tenían socorros de enfermedad y defunción y si por desgracia cayese cautivo de moros o piratas debían de redimirlo entre todos.

Los tejedores

Los tejedores de Soria también tenían su Cofradía y se regían por Ordenanzas aprobadas por el Rey Alfonso X el Sabio.

Por ellas se prohibía el trabajo de noche para que no se hiciese mala labor, se regulaba la anchura de los peines y el número de limelos según la clase de hilaza y la labor, mandándose quemar la hilaza que no se ajustara a lo dispuesto, puesto que estaba regulado el peso y la calidad de cada clase, siendo el Preboste el encargado de dar el marco a los telares y de inspeccionar la obra.

Los recueros o taberneros

El Casino en El ColladoCLICK!! sobre la foto para ampliarOtra importante Cofradía de Soria tenía también sus Ordenanzas con aprobación real de Fernando III el Santo y era nada menos que la de recueros o taberneros.

Sabido es y sino por eso lo diré, que antes, en los alrededores de Soria se cultivaba la vid, pero en estado tan precario, que el vino que se cosechaba era de inferior calidad, no obstante esto y con el fin de garantizar el consumo de la producción local, se recabaron privilegios para que hasta que no se consumiera todo el vino producido no se introdujeran otros de las riberas de Aragón y Navarra a Castilla.

Las Ordenanzas aprobadas por Fernando III el Santo en Burgos a favor de la Cofradía de los Recueros de Soria se les concede a éstos que puedan entrar vino de acarreo sin que se lo impida el Concejo, ordenando además que sólo les reconociesen sus medidas y reconociesen y catasen el vino cuatro o seis hombres buenos de su Cofradía con un Caballero del Concejo de Soria u otro que nombrase el Rey, destinándose la mitad de las multas para el arreglo de la cerca o muralla de la ciudad y la otra mitad para los hombres buenos por su trabajo.

Las ordenanzas de Soria de 1538, confirmadas y reformadas en 1760, establecen que el precio del vino esté regulado por los Regidores y que sea de buena calidad.

Además se establece que cada tabernero venda una sola clase de vino tinto y otra sola clase de vino blanco, no pudiendo mezclar los vinos. Los vecinos pueden traer también vino pero deben hacer plaza al precio regulado.

Los taberneros debían mostrar el vino que trajesen y darlo a catar a los Regidores.

Los Arbitrios de vino. Arbitrio de cuarto: 8 cuartos en cántara de vino tinto. 16 cuartos en cántara de vino blanco.

Estos arbitrios servían para la paga de dos médicos, un cirujano y para los gastos de la fiesta del Corpus.

Poco vamos a hablar ya de los restantes oficios.

Los carniceros

Los carniceros mataban las reses a la puerta de sus casas y tiendas y las Ordenanzas sólo les recomendaban que no ensuciaran las calles, como anteriormente dijimos, y que no echaran, repetimos, los despojos ni lavaran las tripas en las fuentes.

También daban disposiciones para que no tengan reses muertas con pellejo, sino únicamente corderos y cabritos que puedan traerse ya muertos sin desollar. Se ordenaba a los triperos que sacaran sus guisos a vender en los portales del Collado. Se estableció Carnicería Municipal en el Peso. Hasta hace siglo y medio no hubo Matadero público.

Los panaderos

Los panaderos debían vender pan sobado y mollete y tenían que hacerlo de harina blanca y cernida, de trigo bien cocido, de un peso y al precio regulado, que vendían en todo tiempo “y que hagan panes menudos para los caminantes”.

Se vendía en pan en los Portales del Pan, que estaban en el lugar de las casas siniestradas recientemente en el incendio, esquina a la Plaza de Herradores; y allí acudían también a vender pan las mujeres de Almazán, de Carbonera y de Garray.

Muchas más cosas y muy curiosas podríamos decir sobre Mercados y Oficios, sobre los regatones, los revendedores, etc., pero sería variar el tema de esta Conferencia.

Volvamos al tema principal y hablemos de los edificios municipales.

Ya hemos dicho algo de la Casa de Ayuntamiento, pero había otras casas y dependencias municipales para los Servicios Públicos.

El Almudí o Alhóndiga o Almacén o Mercado de Granos, así como granero del Pósito, edificio anejo al antiguo Ayuntamiento en la calle que conserva el nombre de Pósito y tenía cuatro arcos que en parte están cegados.

El peso público

El peso público, a cuyo frente estaba el Almotarife, servía como norma legal de ponderación, como peso justo y oficial, como medio de contratación y además servía para pesar los granos al ir al molino y por cuyo peso debía de pagarse una cantidad, sellando la boca del envase en un trozo de masa con el Sello de la ciudad.

Las Ordenanzas mandan que haya dos pesos para la harina, uno en la Puerta del Postigo y otro cerca de San Pedro.

El Alfolí era el depósito de la sal que desde hace muchos años era artículo estancado y en el siglo XVIII estuvo el Alfolí en el domicilio que hoy ocupa “La Eléctrica de Soria”.

El AyuntamientoCLICK!! sobre la foto para ampliarEl reloj

Dos relojes había en Soria, uno sobre la Casa Ayuntamiento, que sigue en su sitio, en la Audiencia, y otro en la Puerta del Postigo. No había en Soria como en algún otro sitio edificio especial y destinado a este objeto.

La cárcel

La cárcel de esta nuestra ciudad es cárcel provisional (por ser el lugar cabeza de ella) por la Nueva Recopilación, donde manda recoger en ella los presos condenados a galeras de los Obispados de Burgos, Calahorra, Osma, Sigüenza, Pamplona y Reino de Navarra. Madoz dice que en 1846 había calabozos lóbregos y húmedos.

Funcionarios técnicos municipales

Citaremos en primer lugar a los obreros, veedores de obras, de que hablan las antiguas Ordenanzas de la ciudad, eran dos maestros visitadores o inspectores de las cercas, torres, puertas, barreras, calles y calzadas para que propusiesen al Ayuntamiento las obras que hubiera que hacer y buscasen los oficiales y maestros suficientes y de conciencia para hacerlas lo mejor que pudieran.

El Fiel era como un Inspector de vigilancia urbano.

El Almotacén era el encargado del Peso y de inspeccionar las pesas y medidas a ciertos comerciantes pues algunos tenían privilegios que regulaba esta Inspección.

Librería Las HerasCLICK!! sobre la foto para ampliarTambién podemos señalar entre los funcionarios técnicos a los médicos y cirujanos. En el siglo XVIII eran dos los médicos y cobraban 2.000 reales, cantidad importante para aquellos tiempos y que parece deducirse servían a casi todo el vecindario, había además un cirujano del Concejo.

La ciudad a la vez asalariaba en 1750 con 800 reales a un maestro de niños y se le regulaba de utilidad un total de 3.000 reales. Aun había otro maestro particular y los estudios de dómines y Colegios.

Plaza Mayor y Fiestas de Toros

Plaza de HerradoresCLICK!! sobre la foto para ampliarLa Plaza Mayor era centro de vida de la ciudad, su núcleo urbano, en ella estaban los edificios de los distintos poderes de la ciudad.

En la Plaza Mayor se celebraba los jueves mercado por Privilegio Real de Enrique IV, era mercado de granos, mentidero, lonja de contratación y lugar de espectáculo y recreación y de solemnidades.

Antes de construirse la Plaza de Toros, se traían los toros de Valonsadero por cabañeros y algunos pocos aficionados y antes de hacerse las carreteras, por las Camaretas a caer al Cañuelo y por cima de la Huerta de la Muerte, por el barranco que todavía se llama de los toros entraban por la puerta de Valobos, pasaban por delante de la Iglesia de Nuestra Señora del Espino, bajando por la calle del Pósito a encerrarlos en el Arco de la Plaza, llamado en otros tiempos también del Cuerno, Arco del Toril, Arco de la Carnicería, Arco del Peso. Allí estaban armados los toriles, conservándose todavía los mechinales.

La Plaza se preparaba con tablados o cadahalsos para el público, las puertas de las casas se dejaban abiertas resguardándolas con burladeros y en los tejados y balcones se agolpaba el gentío para contemplar la fiesta.

En la Casa hoy Ayuntamiento, antes de Los Linajes, estaba la nobleza soriana.

Plaza de TorosCLICK!! sobre la foto para ampliarEn la Casa del peso, antes del Común de la Ciudad, el Estado llano; en un corredor que cruzaba toda la fachada de Nuestra Señora de la Mayor el Clero; y en la hoy Audiencia, antes Ayuntamiento, el Intendente, el Alcalde y regidores, comisiones y seguramente que el Fiel y procuradores de la Tierra, que desde su casa próxima bajarían a la Casa Concejil a contemplar el espectáculo.

La fiesta era una capea bulliciosa como todavía se sigue haciendo en muchos pueblos de España, sin intervención de toreros profesionales.

© José Tudela de la Orden, 1922

Conferencia dada en el año 1922, en el Casino Numancia
Reproducida en Revista de Soria, nº 25, 1975

 

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