Reviviendo a Ysabillis, regina Mayoricorum

 

Tal y como nos sucediera en Colliure con los lugares de Antonio Machado que deseábamos visitar, nos ocurriría en Perpinyà con aquellos otros que nos hicieron revivir algunos aspectos de la monarquía de los Reyes de Mallorca. Al menos lo que queda del marco en que se desenvolvió la vida de la Corte. En Perpinyà es imposible sentirse extraña. Se escucha hablar catalán y las calles se encuentran rotuladas en este idioma y en francés.

En el año 1276 nació el reino de Mallorca. Jaume I el Conqueridor dividió unos estados que había ido conquistando entre sus dos hijos mayores, dejando a Pere III las tierras de Catalunya, el reino de Valencia y el de Aragón. Jaume, que reinaría como Jaume II de Mallorca, heredó las Islas Baleares, el Rosselló, la Cerdanya y el señorío de Montpeller. Perpinyà tomó el relevo de Elne, como capital del Rosselló y de sus anejos: Conflent, Capcir y Vallespir. Cuando el rey Jaume III de Mallorca murió en la batalla de Llucmajor, luchando contra su cuñado, Pere IV el del Punyalet, sólo la villa doblaba la población. Los reyes de Mallorca habían hecho de Perpinyà uno de sus lugares preferidos.


Palau dels Reis de Mallorca. PerpinyàPalau dels Reis de Mallorca. PerpinyàEl llamado Castell Reial de Perpinyà, más tarde Palau dels Reis de Mallorca, nos salió al paso en forma de indicador que nos hacía ir hacia la derecha. Las casas que lo rodean forman un barrio más bien pobre y deteriorado. Se alza al final de las manzanas, sobre un pequeño otero, y está rodeado de una fortaleza añadida en otra época, por donde se accede a la residencia real. Una vez traspasados los robustos muros en forma de talud, la panorámica cambia, y la torre del homenaje se muestra airosa, rodeada de una segunda barrera de seguridad muy restaurada.


Palau dels Reis de Mallorca. PerpinyàPalau dels Reis de Mallorca. PerpinyàSomos conscientes de que, siete siglos y medio después, lo que resta del primigenio recinto no es mucho, pero la imaginación sirve para umplir lo que el paso del tiempo nos niega. En este caso, hay zócalo donde asentar la imaginación. La gran sala llamada de Mallorca, en el primer piso, majestuosa y muy restaurada, vacía y tenuamente iluminada, nos hizo imaginar fiestas y recepciones en un reinado que gozó de poca tranquilidad. O sea que, tal vez habría que imaginar conspiraciones y padecimientos. Quizás en el salón del trono se firmarían las paces entre el aragonés y Jaume III y se pactaría –todo se pactaba entonces- la boda del soberano mallorquín con la infanta de Aragón. 


Palau dels Reis de Mallorca. PerpinyàPalau dels Reis de Mallorca. PerpinyàLo más entrañable de la residencia, para nosotras, fueron las habitaciones privadas de los reyes, en especial las de la reina. La ventana de su comedor daba a un jardín y la vista se perdería por sobre los árboles, ya que la residencia estaba rodeada de terreno de caza que abarcaba varias localidades. A Perpinyà llevaba, el halconero real, las crías de halcón, desde Mallorca, para que fueran adiestradas. Conserva la ventana con el asiento delante, donde bordaría o acogería a los infantes. Pensábamos en Constança d’Aragó, la primera esposa de Jaume III, y en Violant, la segunda. Y nos las imaginábamos con los pequeños Elisabet y Jaume jugando alrededor, primero de una, y después de Violant. Se muestra en el comedor una mesa muy antigua, de madera decorada, estrecha y muy larga, con cajones en el lateral. Veíamos también a las dos últimas reinas de Mallorca asomadas a la galería de finas columnas, o esperando que el rey accediera a sus aposentos a través de un estrecho pasadizo que unía las estancias de uno y la otra. 

También nos imaginábamos una escena narrada por J.E. Martínez Ferrando, que tuvo lugar cuando un recién nacido Jaume III, hijo del infante Ferran y sobrino del entonces rey Sanç, llegó, en brazos de Ramón Muntaner, encargado de trasladarlo, a la muerte de la madre del pequeño, Margarida de Matagrifó, desde Catània a Perpinyà. 

Arribà la nau al port de Salou la diada de Tots Sants. En el pas per Barcelona, el fill de Ferran va ésser mostrat al rei Jaume [II de Aragó i Catalunya], qui el besà i beneí. Tot seguit el grup prengué el camí de Perpinyà; aquesta darrera etapa del viatge fou penosíssima per causa del mal temps. El nen i la dida foren col.locats en unes andes i se’ls cobrí amb robes encerades per a protegir-los de la pluja. ¡Quina alegria en entrar al palau dels sobirans de Mallorca! La reina Esclarmonda [de Foix, mare del rei Sanç], ja molt vella, fou tota joiosa quan va veure el seu nét “tan graciós e bon, e a amb la cara rient e bella”. Muntaner respectuosament, s’oposà a despendre’s del nen. Calia abans repetir la mateixa solemne cerimònia realitzada al palau de Catània, formalitat que les dues reines, Esclarmonda i Maria [de Nápoles], aquesta muller de Sanç, van considerar com a molt oportuna i justa. Tot seguit foren convocats el lloctinent reial, el veguer, el batlle i els cónsols de Perpinyà i, de més a més, tots els barons, cavallers i homen honrats de la població. Ja tots presents, presidits per les dues reines (el rei Sanç era absent), Muntaner va mostrà el petit Jaume en braços de la dida, i llegí l’acta estesa a Catània. A continuació amb veu ferma i solemne, preguntà tres vegades si reconeixien aquell nen com a fill de l’infant Ferran. La contestació afirmativa fou unànime. La mateixa pregunta va ésser formulada igualment tres vegades a les dues reines i aquestes llançaren un “sí” sonor i joiós. Acabada la cerimònia, Muntaner sol.licità que li fos estès, com a Catània, un document acreditatiu. Un cop finides totes les formalitats, el bon cronista posà el nen en braços de les reines, les quals el besaren “més de deu vegades” i després el passaren a una dama de la cort que es deia na Perellona i que havia d’encarregar-se del tendre Jaume.

 

(Arribó la nave al puerto de Salou el día de Todos los Santos. Al paso por Barcelona, el hijo de Ferran fue mostrado al rei Jaume, quien lo besó y lo bendijo. A continuación el grupo tomó el camino de Perpinyà; esta última etapa del viaje fue penosísima a causa del mal tiempo. El niño y la nodriza fueron colocados en unas andas y cubiertos con ropas enceradas para protegerlos de la lluvia. ¡Qué alegría al entrar al palacio de los soberanos de Mallorca! La reina Esclarmonda, ya muy vieja, se puso muy contenta cuando vio a su nieto “tan gracioso y bueno, con la cara riente y bella”. Muntaner, respetuosamente, se opuso a desprenderse del niño. Antes había que repetir la misma solemne ceremonia realizada en el palacio de Catania, formalidad que las dos reinas, Esclarmonda y María, ésta mujer de Sanç, consideraron oportuna y justa. A continuación fueron convocados el lugarteniente real, el veguer, el alcalde y los cónsules de Perpinyà, además de todos los barones, caballeros y hombres honrados de la población. Ya todos presentes, presididos por las dos reinas (el rey Sanç estaba ausente), Muntaner mostró al pequeño Jaume en brazos de la nodriza, y leyó el acta extendida en Catania. A continuación con voz firme y solemne, preguntó tres veces si reconocían a aquel niño como hijo del infante Ferran. La contestación afirmativa fue unánime. La misma pregunta fue formulada tres veces a las dos reinas y estas lanzaron un “sí” sonoro y alegre. Acabada la ceremonia, Muntaner solicitó que le fuera extendida, como en Catania, un documento acreditativo. Una vez finalizadas todas las formalidades, el buen cronista puso al niño en brazos de las reinas, las cuales le besaron “más de diez veces” y después lo pasaron a una dama de la corte que se llamaba Perellona y que había de encargarse del tierno Jaime).


Palau dels Reis de Mallorca. PerpinyàPalau dels Reis de Mallorca. PerpinyàLas capillas, sobre todo una de ellas, conserva la entrada primitiva en mármol blanco y rosa y en el interior una pila, ignoramos si aguabenditera o bautismal, en mármol gris oscuro, que reproduce perfectamente la puerta de entrada de una iglesia románica.  No sabemos si en alguna de esta capillas se celebró la boda entre Jaume III y Constança d’Aragó. Algún acto religioso se haría con ese motivo, si no la propia boda.

Perpinyà fue, durante la etapa de los de Mallorca, una hermosa ciudad, mimada por sus reyes. Tuvo su apogeo durante el reinado de Jaume III, tanto en su minoría, en la regencia de su tío Felipe (1324-1329), como en su propio reinado. Se protegía el comercio y la industria. Se fabricaban paños que se importaban. Construyeron palacios, conventos e iglesias.


Palau dels Reis de Mallorca. PerpinyàPalau dels Reis de Mallorca. PerpinyàEn 1343, el Ceremonioso llegó a sus puertas, que permanecieron cerradas. Antes de firmar una tregua que duraría un año, destrozó todo lo que aparecía a su paso, fuera de las murallas, viñas y otros cultivos, y pasó por las armas a quien tuvo la desgracia de ponerse delante de sus hombres. Un año después, juntó su ejército en Figueres para arremeter desde ahí, de nuevo, contra el Rosselló. Colliure, asediada por mar y tierra, se defendería con bravura, pero hubo de capitular a final del mes de junio de 1344. A Jaume III de Mallorca sólo le quedaba Perpinyà, por poco tiempo. A sus puertas se presentó Pere de Xérica, en nombre del monarca Pere IV, con trescientos jinetes y mil almogáraves. Era el final. Unos días después, el Ceremonioso entró en el envidiado palacio de Perpinyà y, como hiciera en la Almudaina, de Mallorca, lo recorrió, codicioso, sabiéndose dueño y señor de todo lo que contenía.

Entonces acabó, para siempre, la residencia de los monarcas mallorquines en aquel palacio que tanta vida había albergado. El rey catalano-aragonés ya tenía los suyos en Barcelona y de este, una vez expoliado y trasladado lo valioso a los suyos, poco o nada se ocuparía de él. Allí quedaban para siempre las voces de los niños Elisabet y Jaume jugando, los lamentos de Constança y la felicidad de Violant.


Catedral de  PerpinyàEl rey Sanç de Mallorca. Catedral de  PerpinyàDe aquella grandeza, además del palacio real, queda poca cosa. Del que fuera monasterio de franciscanos sólo una capilla dedicada a sala de exposiciones. Se destruyó casi todo y fue convertido en hospital militar. La lonja, gótica, ha sido convertida, su parte baja, en cafeterías. La catedral, remodelada una y otra vez, alberga en una de las capillas laterales una estatua yacente, realizada por Frèderic Marés, del rey Sanç de Mallorca, pero ¿está su cuerpo bajo la estatua? Mi amigo Pep Mas dice que una investigadora lleva años buscando los restos de este rey.


ColliureColliureSí se conserva muy bien, en Colliure, el castillo donde los reyes de Mallorca pasaban largas temporadas. Fue construido sobre un castro romano. Su basamento robusto, a escasos metros del mar, hace de él un edificio casi inexpugnable. Al frente se alza, cilíndrica y pétrea, el campanario de una iglesia que sirvió de faro durante siglos.


Colliure

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© Isabel y Luisa Goig Soler

 

Jaime IV de Mallorca y Soria

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