Arte en los Pueblos

 

Los Juguetes del señor Manuel

 

Paseaba por las callejuelas de Fuentes de Magaña, haciendo fotos aquí y allá, mientras esperaba que las mujeres empezaran a hacer las migas. “¡Vaya frío que hace!”, exclamaba cada vez que me cruzaba con alguien. “Sí, pero esto es sano”, me respondían. El frío de la Sierra, a más de mil cien metros de altura, acompañado de viento. El cielo era un espectáculo de muchos tonos del gris, azul y unos toques de blanco. Cúmulos que cubrían el Moncayo hasta la mitad, y tapaba la cumbre de nieve.

Buscando un buen ángulo para fotografiar el ábside de la iglesia y las campanas, a las que ahora ya podemos nombrar gracias al trabajo de José Ignacio Palacios y Juan José García, vi a un señor apoyado en una muleta entrando a un huerto donde una pobre higuera no había logrado alimentar el fruto, y se mostraba como almendras pequeñas. Le pedí permiso para fotografiar un buen manojo de guindillas rojas, y él me hizo entrar en el patio de su casa para mostrarme sus tesoros.

La vivienda, al fondo, había sido pensada, más de dos siglos antes, para resguardarse del frío, y mostraba una fachada blanquísima y un pozo que el señor, Manuel Marqués de nombre, había hermoseado con adornos y pinturas dignas del buen gusto y la meticulosidad del autor.

Manuel me fue sacando sus hermosos juguetes, manufacturados por él con maderas y material reciclable. Una locomotora de tronco de madera, chapa y latas de sardinas. Un precioso molino de madera. Un violín que emite sonidos. Y muchos más objetos que guarda celosamente en su casa y que trabaja en un pequeño taller de carpintería del altillo.

                       

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