Siguiendo la carretera N-111 desde Soria, antes de que se convierta en 
		serpenteante ruta hacia Logroño, un desvío a la izquierda indica Arguijo, 
		el pueblo del que se dice que no encontraron ni los moros, y que 
		el día uno de marzo nos añadieron y tampoco Napoleón. Y es bien 
		cierto que hasta cien metros antes, nadie puede ver el caserío de piedra 
		de uno de los muchos pueblos sorianos de trashumantes. Pero antes de 
		tomar ese desvío, frente a él, pueden verse las ruinas de un edificio de 
		piedra y más abajo otros, a la orilla del río, se trata del Vadillo, 
		edificaciones que en su día sirvieron para actividades ganaderas  y que 
		sirvieron, también, para que sobre ellas se creara el marquesado del 
		Vadillo, el 14 de abril de 1712, en la persona de Francisco Antonio de 
		Salcedo y Aguirre.
		
		
		
	
	
		
		
		Aguijón, arbujuelo, piedra que hiere, resplandor…, son algunas de las 
		explicaciones que los estudiosos dan para el topónimo “Arguijo”. 
		
		
		
		Arguijo, a unos cuatro kilómetros del Vadillo, es uno de esos pueblos 
		encantadores, situado en un valle a los pies de las sierras 
		
		Tabanera y la Pineda 
		y , regado por el río Miajeno, o Arguijo, y por un arroyo que 
		baja, bravo, desde la sierra y, antes de perderse por debajo del suelo 
		para ir a desaguar al río Tera, en el Vadillo, forma un remanso 
		aprovechado para construir el antiguo lavadero donde las mujeres acudían 
		para hacer la colada. Sierra y agua es igual a vegetación frondosa: 
		hayas, pinos, acebos, magníficos robles y rebollos y una hermosa dehesa 
		beneficiada por el arroyo antes referido, donde pastan pacíficas vacas y 
		caballos.
 
		y la Pineda 
		y , regado por el río Miajeno, o Arguijo, y por un arroyo que 
		baja, bravo, desde la sierra y, antes de perderse por debajo del suelo 
		para ir a desaguar al río Tera, en el Vadillo, forma un remanso 
		aprovechado para construir el antiguo lavadero donde las mujeres acudían 
		para hacer la colada. Sierra y agua es igual a vegetación frondosa: 
		hayas, pinos, acebos, magníficos robles y rebollos y una hermosa dehesa 
		beneficiada por el arroyo antes referido, donde pastan pacíficas vacas y 
		caballos.
		
		
		
	
	
		
		
		Como decimos, tierra de trashumantes, casi tres mil cabezas de ganado 
		fino, más 222 cabras, en la fecha que se tomaron los datos para 
		confeccionar el catastro de la Ensenada, allá por el 1752, cuando en las 
		hermosas casas de piedra vivían 56 vecinos. Un siglo después, Pascual 
		Madoz contabiliza nueve vecinos más, 65 lo que supone 263 almas. Y añade 
		Madoz que hay ganado de cerda que traen los trashumantes cuando 
		vuelven en mayo. Actividad esta que María Duro, nacida 
		en Arguijo y vecina de Almarza, recuerda hasta fechas relativamente 
		recientes, cuando los trashumantes, al volver de extremo, portaban con 
		el ganado lechones morenos, propios de las extremaduras. Podría 
		ser que, frente al cerdo de origen celta, de color rosado, se fuera 
		introduciendo con el ejercicio de la Trashumancia, los del Sur, de ahí 
		que en los documentos del siglo XVII se les llamara morenos.
		
		
		
		Manuel Blasco, en su Nomenclator de la provincia de Soria (1909), 
		contabiliza ya menos vecinos, 52, 192 almas y, desde entonces, como en 
		casi todos los pueblos de la provincia, ha sido un declive. También 
		escribe Blasco que los 
		habitantes de Arguijo, como los de todos los pueblos precisados a las 
		emigraciones periódicas, son codiciosos de la instrucción, expansivos en 
		su trato con las gentes y hospitalarios.
		
		
		De la actividad 
		 
		trashumante 
		nos contaba María Duro que los hombres, en 
		extremo, 
		
		compraban aceitunas en el lugar donde 
		estuvieran pasando el invierno, y también aceite, las primeras para 
		curarlas en Soria, y el aceite, naturalmente, para consumir, y lo 
		facturaban en el tren (entonces había trenes en Soria). Durante la 
		guerra (un año no bajaron) y posguerra, debían andar con sumo cuidado 
		para que no fuera requisado todo, o parte, de lo que portaban para el 
		consumo familiar.
		
		
		Hacían trasnochos, actividad propia de todos los pueblos del Norte de la 
		provincia,  
		a la luz de 
		teas, candil o carburo. Iban, llegado el día de la vuelta de los 
		hombres, hasta el paraje del Vadillo para esperar la llegada de los 
		familiares. Se encargaban de vigilar la llegada los muchachos, por 
		mandato de sus mayores, quienes  recibían por esta labor las agujetas, 
		propina consistente en pan de higo, queso, bellotas de extremo o dinero.
		
		
		
	
	
		
		
		Tuvieron, como otros pueblos, una 
		
		
		Soldadesca. Se colige del gasto anotado en el Catastro de la Ensenada, 
		de 355 reales para el día de Ntra. Sra. de Agosto y San Roque en una 
		soldadesca que tiene de costumbre dicho lugar en festejo de Ntra. Sra., 
		de gasto de la pólvora.
		
		
		 
		
		
		La ermita del Villar
		
		
		Muy cerca del caserío, en la magnífica dehesa, se encuentra la ermita de 
		la Virgen del Villar. Sobre el Villar de Arguijo y Santa María del 
		Villar de Arguijo, hemos encontrado dos referencias en la 
		
		Colección diplomática, de Juan Loperráez Corvalán (Madrid, 1788): 
		el 26 de julio de 1148 se refiere una donación que hizo la Villa 
		de Soria al obispo de Osma D. Juan, de la iglesia de San Pedro con la 
		heredad que pudiere trabajar en todo el año una yunta de bueyes en el 
		Villar de Arguijo. El edificio actual es de construcción relativamente 
		moderna, no obstante se advierte que está apoyado sobre una cimentación 
		más ancha, tal vez la que sustentaba un edificio anterior.
		
		
		
	
	
		
		
		
		De esta ermita dice el padre Damián Janáriz, en su historia sobre las 
		ermitas marianas de la Diócesis de Osma (sin publicar) que es de 
		mampostería excepto el arco de entrada, las esquinas y la espadaña, 
		tiene 20 metros de largo por 6 de ancho. La imagen, siguiendo la 
		costumbre del país, la visten con trajes de preciosas telas que ocultan 
		el mérito artístico que le dio la habilidad del escultor. Este 
		escultor, según el Marqués de Saltillo (Artistas y Artífices sorianos de 
		los siglos XVI y XVII), fue, en 1609, Gabriel de Pinedo. Costó 200 
		reales de buena moneda usual y corriente en Castilla. Es una 
		imagen de la Virgen del Rosario con el niño en brazos que, al parecer, 
		recibe las dos advocaciones (Rosario y Villar), pero que se trataría de 
		la misma si seguimos a Janáriz: “El domingo después del Corpus trasladan 
		la Virgen de su ermita [El Villar] a la parroquia y permanece allí hasta 
		la fiesta del Rosario en que vuelve procesionalmente a su ermita”.
		
		
		
		Fue, y sigue siendo, la ermita del Villar anfitriona de otra imagen, la 
		de Fátima, regalada al pueblo, hará unos sesenta años,  por la señora 
		María Gómez Gómez, natural de Arguijo, residente durante muchos años en 
		Italia, al matrimoniar con un italiano. Cuando anunciaron la llegada de 
		la Virgen de Fátima, todos bajaron a esperarla al Vadillo vestidos de 
		pastores los hombres, y de piñorras las mujeres. A raíz de esta llegada, 
		se hizo una cofradía para atender las fiestas y culto. La imagen está en 
		la iglesia, pero el sábado anterior al 18 de julio hacen una romería, la 
		procesionan hasta la ermita y le cantan una salve.
		
		
		
		 
	
	
		
		
		
		Orígenes del pintor Pablo Ruiz Picasso
		
		
		En nuestra web,
		
		dimos a conocer el trabajo de Rafael Inglada. 
		
		
		
		“Picasso, antes del azul (1881-1901)”. 
		Fundación Museo Casa Natal, Ayuntamiento de Málaga, donde reproduce los 
		documentos que evidencian los orígenes sorianos del pintor nacido en 
		Málaga, Pablo Ruiz Picasso.
		
		
		
		Desde la abuela del pintor hacia atrás en la genealogía, toda esa rama 
		de ascendientes nacieron y vivieron en La Póveda, Arguijo y 
		Barriomartín. José Blasco Gil (Jill en algunos documentos oficiales), 
		fue el bisabuelo de Pablo Ruiz Picasso. Nació en Arguijo en 1767 y 
		falleció en Málaga, en 1814. Era hijo de Gaspar Blasco (La Póbeda) y 
		Josefa Jill (Arguijo), nieto, por los cuatro abuelos, de personas 
		nacidas en La Póveda y Arguijo, según consta en la partida de nacimiento 
		del Archivo Diocesano del Obispado de Osma (Soria), facilitada al autor 
		del estudio por fray Félix Rubio. José Blasco casó con María Antonia 
		Echevarría, natural de Madrid. Un hermano de José, Pablo Blasco Gil, 
		nacido en Arguijo, a quien nombra su hermano albacea en su testamento, 
		fue cantor tiple en el madrileño Palacio Real e “individuo de la 
		concordia funeral de la Real Capilla de S.M.”. Por lo tanto, ambos 
		hermanos se dedicaban a la Música. Al solicitar la plaza de medio 
		racionero en la Catedral de Málaga, Pablo hubo de presentar el 
		expediente de limpieza de sangre. Al no contar con dinero para pagar la 
		investigación, Pablo Blasco solicitó que se hiciera de oficio. El rey 
		fecha en San Yldefonso, el 7-9-1783, una carta en la que da noticia de 
		la solicitud de Pablo Blasco para que a fin de no tener que pagar las 
		pruebas de limpieza de sangre, autorice a que se pidan informes a los 
		párrocos de la diócesis de Osma, lo que el rey ordena.
		
		
		
		 
	
	
		
		
		Los datos de esta encuesta aparecen en el volumen I “Documentos 
		familiares inéditos”, lo que nos permite conocer otros parientes y los 
		nombres de los que actuaron como testigos para confirmar la limpieza de 
		sangre de la rama Blasco de la familia de Picasso, en especial de su 
		padre, Gaspar, los abuelos paternos y el abuelo materno. Es el párroco 
		de La Póbeda el encargado de hacerlo, en presencia de un notario.
		
		
		Del matrimonio entre José Blasco Gil y Antonia Echevarria, nacería, en 
		Arguijo (Soria), María de la Paz Blasco y Echevarría (1800-1860), 
		fallecida “a causa de los estragos ocasionados por la epidemia de 
		cólera”. Casó con Diego Ruiz Almoguera (1799-1876). De este matrimonio 
		nacieron once hijos. Uno de ellos, José Ruiz Blasco, casado con María 
		Picasso, sería el padre del pintor Pablo Ruiz Picasso.
		
		
		Más cercano en el tiempo, quien fuera abad de la Colegiata de San Pedro, 
		don Santiago Gómez Santacruz, nació también en Arguijo. La señora 
		Encarna Revuelto nos dijo que se conserva de esa efemérides lo 
		siguiente: “Talento como el de Arguijo/de estos pueblos no ha salido/. 
		Fue don Santiago, el abad, que en Arguijo fue nacido”.
		
		
		
	
	
		
		
		A día de hoy, Arguijo forma parte, junto con 
                      
						Barriomartín, del 
		ayuntamiento de La Póbeda. Un magnífico frontón ha sustituido al viejo 
		juego pelota, en la pared de la iglesia 
		
		de San Juan Bautista. Las 
		casas se muestran arregladas y reciben, durante el verano, a buena parte 
		de quienes se vieron obligados a marchar. La economía está basada en su 
		magnífica dehesa, donde pasta ganado vacuno y caballar.
		
		 
		
      
      
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