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Julio Herrero Ulecia

 

MIS VERSOS

Julio Herrero Ulecia

Imprime GRAFICAL
SORIA 2004

 

Siempre me ha fascinado –mejor sería decir que me ha dejado descolocada- la desfachatez de los críticos de lo que sea: Arte, Literatura, Música..., sabiendo, como se sabe, que la mayoría de ellos no están a la altura de la obra que critican o comentan. Dicho esto, creo que se entiende que no estoy capacitada para hacer comentario técnico, semántico ni estilista alguno de los versos de Julio Herrero Ulecia (Arnedo, 1927), por lo que me limitaré a decir lo que me sugieren como lectora de ellos. No vaya a ser que me suceda como a aquél crítico que se atrevió con una obra de Oscar Wilde y el inglés le contestó de manera muy elegante lo que pensaba hacer con su crítica en el cuarto más pequeño de la casa.

Desde mi punto de vista la obra no está desligada del personaje, por eso en la mayoría de los casos es mucho mejor no conocerlo. No sucede así con Julio Herrero. No se sabe qué cautiva más, si sus versos o él mismo.

Julio es un hombre a la antigua, entendiendo por tal un caballero, una persona de honor, alguien con quien se puede hablar de todo a un nivel a veces difícil de seguir, pero que, a la vez, sabe, cuando es necesario, bajar un peldaño sin perder nunca la dignidad. Es una persona buena –en el buen sentido de la palabra- lo que no implica tontería, necedad ni simpleza. A la vez es un hombre moderno, dialogante y abierto. Dice las cosas como las escribe, sin levantar la voz, pero las dice en versos a veces duros, siempre educados y con un estilo que denota esa caballerosidad no exenta de sorna que le ha llevado a figurar entre los primeros sorianos –sin serlo de nacimiento aunque sintiéndolo de corazón- en este mundo difícil del verso y la rima.

Por todo ello ha supuesto para mí una gran alegría el sentirme obsequiada con un precioso libro, de edición cuidada por sus hijos, porque de no haber sido así, nunca lo hubiera conseguido. He de advertir, ya, que el libro no se vende. Es un regalo que los hijos han hecho al padre y el padre los administra para agasajar a sus amigos.  Este impagable regalo sirve también para agradecer a todos los que le conocen a él y a su obra, el respeto y cariño que se le profesa a Julio, “...y, sobre todo –como puede leerse en el prólogo/solapa- a aquellos que le apoyaron en los momentos más difíciles, cuando algunos personajes públicos, faltos de cordura y de sentido democrático y empleando actitudes y métodos propios de otros tiempos, decidieron llevarle a la Justicia por manifestar libremente sus ideas”. Que de todo ha habido en la vida de Julio, como procede en una andadura larga y profunda.

El buen hacer y escribir de Julio Herrero -don Julio- ha sido ya reconocido en varias ocasiones, lo que es de agradecer y hasta de extrañar en una sociedad necrólatra como la soriana, que, teniendo figuras vivas, como la de Julio, por ejemplo, se empeña en reconocer sólo a las muertas, aunque no lleguen a la altura de las otras. Como recogen sus hijos en el prólogo: “En octubre de 1993, cuando iba a cumplir 66 años, el director del entonces Soria 7 Días, Juan Carlos Hervás y algunos allegados, decidieron rendirle un homenaje en el que participaron amigos y gente cercana a Lucio Arévaco. La idea había surgido en una tertulia que, por esos años, se había formado en el Restaurante Garrido, a la que acudían un grupo de personajes amigos del poeta (...)”. Después de este merecido homenaje, también en otras ocasiones se ha reconocido la obra de Lucio Arévaco.

Julio Herrero Ulecia se inició en esto del verso a finales de la década de los setenta “de la mano de su buen amigo Gregorio Herrero, utilizando varios pseudónimos –Retógenes, Don Ripio, Clarín Soriano, Lucio Arévaco-, con la sana intención de describir y comentar, en clave satírica y con decidido espíritu regeneracionista, el discurrir de la vida política de la ciudad”.

El libro está dividido en siete apartados o agrupaciones, según la temática: De Soria, Íntimos, Mis consejos, Familiares, Festivos, Retratos y Satíricos. El público conoce menos, o casi nada, los íntimos, que son delicados y tiernos, a veces algo tristes y aún en ocasiones amargos. Hemos reproducido cuatro: “Un secretario”, dedicado a otro caballero, Gumersindo García Berlanga. “Vivir”, seleccionado de Íntimos. Uno muy hermoso que dedica a sus nietos, “Julia, Marcos y Guiomar”, y por fin otro del apartado Satíricos, en el que toca a los caciques, personajes con los que Julio Herrero, espíritu libre y dialogante, tiene poco en común.

Cuatro versos

Recordando a Julio Herrero

Homenaje a Julio Herrero, Joaquín Alcalde

 Isabel Goig

 

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