Marcelino Camacho
por Ángeles Maeso

 

Marcelino CamachoHa muerto la chispa, la que se encendió en 1957, en La Camocha, cuando los dueños de la mina quitaron a los mineros el plus semanal de la paga: un saco de carbón. Un cobro en especie, fundamental, explicaba Marcelino, en las casas humildes. La chispa de ese saco hurtado se hizo hoguera en Asturias que se extendió en forma de Comisiones. El lo contaba insistiendo mucho en lo de la chispa y saltando constantemente del pasado al presente. Se lo oí varias veces, de la última conservo notas que me limito a transcribir: 

-Ni nos desarmaron, ni nos domesticaron ni nos vamos a ir al monte. A los 18 años fui a la guerra. Luego me cayeron 20 de cárcel, Juicio 1001. He oído pedir mi cabeza a los fanáticos de la derecha. Milito desde el 2 de febrero de 1935, tengo 83. No nos han regalado nada, ni el pan ni la libertad. Todo ha sido luchando. Hoy vamos a la desaparición de los convenios colectivos para dejar a los obreros desarmados, solos ante una negociación con el amo. Hoy no hay un solo periódico de izquierdas. La libertad es la capacidad de optar entre una cosa u otra y estar dotado de los medios suficientes para defenderla, si no, no es libertad. No es la conciencia lo que determina la existencia, sino al revés.” 

Son anotaciones de su conferencia en el Ateneo Cultural Madrid XXI (16 de junio del 2001) que hacen echar chispas a mi libreta.  

Dos años después, (viernes, 17 enero de 2003 acudió como testigo a la vista judicial contra los militantes de Izquierda Castellana acusados de haber manchado de rojo la estatua de Franco de Nuevos Ministerios de Madrid. Preguntado por la juez si había estado presente la noche de los hechos el respondió:

-No, yo no vengo de testigo de ninguno de ellos, sino de la estatua: de lo que hizo el que va a caballo.

 A Camacho ya no le veremos asistiendo a juicios ni a manifestaciones ni recogiendo firmas por la campaña de 35 horas, pero no podremos olvidar la chispa con que nos desafía. La última nota de mi libreta dice: “Que la gente, por el mero hecho de nacer, tenga asegurada la vida”

Gracias, paisano.

Mª Ángeles Maeso

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