DESPOBLACIÓN

 

LOS DESPOBLADOS SORIANOS
© Isabel Goig Soler

© El trabajo sobre los Despoblados Sorianos para nuestras páginas es propiedad intelectual de Isabel Goig Soler

 

Acrijos

Despoblado perteneciente a San Pedro Manrique

El pasado mes de junio Eduardo nos enviaba un correo pidiéndonos que incluyéramos en nuestra base de datos a Acrijos, su pueblo. Hemos recopilado alguna información sobre este barrio de la villa de San Pedro Manrique que la despoblación de mediados del siglo XX se llevó por delante. Los más completos son los datos recogidos para elaborar el Catastro de la Ensenada. Hemos encontrado también, en la Revista de Soria, un trabajo llevado a cabo por don Luciano Jiménez Ortega, nacido en Acrijos, parte del cual reprodujimos en nuestra última publicación “Tal y como vivíamos (De costumbres)”

Acrijos está situado en la Sierra de la Alcarama. Sus tierras limitan con las de La Rioja, que pertenecieron también, durante siglos, a la provincia de Soria.

Los datos para la elaboración de catastro más completo que ha llegado hasta nosotros, se recogieron el 28 de enero de 1753, cuando tanto Acrijos como todos los pueblos de lo que hoy compone Tierras Altas, eran del señorío del duque de Arcos. En las tierras se sembraba hortaliza de regadío por industria a mano, y además las componían prados, dehesa, tierras de sembradura de secano y tierras de pasto, por lo que se cosechaba hortalizas, trigo, cebada, avena e hierba, “porque aunque se cogen bisaltos y lentejas es cantidad tan corta que no se hará mención de ello”. 

Los animales propiedad de sus vecinos se contabilizaban: mulas y mulos, 8; bueyes, vacas y terneros, 31; jumentos y jumentas, 22; cerdos grandes y pequeños, 64; carneros y primales, 38; ovejas, borregos y borregas, 587; cabras, 300 y 9 machos; zegajos de esta especie 182, y pastan en los términos y los comunes de Acrijos. 

Contaban con 29 vecinos y cuatro viudas (cada viuda se contabilizaban como un vecino), que residían en 33 casas habitables. Sólo había una pobre de solemnidad que se mantenía “con la limosna diaria que pide de puesto en puesto”. Además había 4 casas inhabitables, doce pajares, seis corrales de campo y una fragua. 

Soportaban los siguientes gastos: fiesta de la Santísima Trinidad, Corpus Christi y Jueves Santo, 150 reales. En la de San Sebastián, 50 reales. En las seis letanías del año 120 reales. En las fiestas de Ntra. Sra. de la Pea y asistencia a su novena 75 reales; a los religiosos verederos y de la Cuaresma 30. en pobres pasajeros y asistencia de los enfermos en el hospital de la villa de San Pedro 40. el limpieza de fuentes y composición de puentes, caminos y calzadas, 150 reales, todos de vellón. 

Luciano Jiménez Ortega, de Acrijos, relata así la entrada a mozo, para lo cual había que pagar 4 azumbres de vino, era “La fiesta de la machorra”. 

Se regía la cuadrilla con un codicilio redactado en artículos, escrito en pergamino. Recuerdo el de la paga de entrada: ‘Todo mozo o mocillo que quiera ingresar en la cuadrilla pagará cuatro azumbres de vino y ocho pesetas de guitarra’. Otro artículo hablaba del alcalde de los mozos que lo nombraban por votación la semana anterior a la Machorra. Se le debía obediencia ciega. Tenía una cachiporra o vara de alcalde que podía usar contra los desobedientes y para conservar el orden público. El alcalde estaba encargado de preparar la machorra y de guardar el orden en las fiestas. Era la máxima autoridad, nadie podía oponerse a sus órdenes. También había alguaciles, dos, los últimos que habían pagado la entrada. La cuerna de las cabras tocada en la noche era señal de que había reunión de mozos. De ordinario en el cantón de abajo: Este es el cantón antiguo/el cantón de reuniones,/en que se reúnen los mozos/de machorra a remojones.

Consideraban al tío Canela el fundador de esa fiesta, por eso, mientras vivió, iba al Chorro aquel día a ver el ambiente y a probar el cocido, cuenta Luciano Jiménez. 

Compraban, regateando, una oveja o cabra, o dos, machorra o no, pero gorda. La noche de la víspera se corría al animal adornado con cencerros  o campanillas. Era corrida por todos los mozos, acompañados de guitarras. De madrugada se repetía. Para facilitar la reunión mañanera dormían juntos en un pajar. La ronda terminaba en El Chorro. Sacrificaban al animal y lo colgaban de un nogal para que se oreara, hacían lumbre para todo el día y el almuerzo consistía en los menudillos. El peso de los recados y de fregar recae en los alguaciles. Al medio día es la comida fuerte, caldereta con patatas. Los jovencillos no pueden ni acercarse. Por la noche cenan en la era Juandana. Ronda por la noche hasta que resistan. A la mañana siguiente migas con el sebo del animal, por la noche baile. 

La ronda de los mozos de Acrijos

 La ronda va por la calle
con mucha serenidad
nadie se meta con ella,
que ella no se meterá. 

Este es el cantón antiguo,
el cantón de reunión
donde se reúnen los mozos
de Machorra a Remojón. 

La vara de la justicia
la tiene quien se merece,
la tiene el señor…
y en su mano resplandece.

 La vara de la alcaldía
la tiene quien se merece,
la tiene el señor…
y en su mano resplandece.

 Al cartero de mi pueblo
le debo muchos favores
porque me trae y me lleva
las cartas de mis amores. 

La mujer del tabernero
lleva pañuelo de hilo
de seda lo puede llevar
con el agua que echa al vino. 

¡Levántate tabernera
y ponte la saya baya,
mídenos un cuartillo
y te vuelves a la cama! 

A esta casa hemos llegado
cuatrocientos en cuadrilla
a pedirle a la…
que nos baje la morcilla. 

Siempre que paso y veo
las puertas del camposanto
le digo a mi corazón:
aquí ha de ser mi descanso. 

A la iglesia de este pueblo
también queremos cantar
porque en ella se venera
al patrón, San Sebastián. 

De la mano me llevaste
a la escuela del amor,
y el corazón me robaste
en la primera lección. 

En los caños de la fuente
tengo mi burrico atado,
quién es el majo que ha dicho
que se atreve a desatarlo. 

Bendita sea la cepa
que ha criado este licor.
Lástima no se criara
en la Pesquisa y Valmayor. 

Los árboles de la Dehesa
se crían de siete en siete
no tienen tanta firmeza
como yo para quererte. 

Si me quieres escribir,
ya sabes mi paradero:
la Solana, el Valdúncar
y el corral de los Hoyuelos. 

Dicen que ha dicho tu padre
que yo para ti soy poco,
bajaremos al Reajo
y cortaremos un chopo. 

Las dos hermanitas duermen
en una cama de hierro,
mucho quiero a la mayor,
por la pequeña me muero. 

He recorrido todo Vea,
Peñazcura y Villarijo,
y no he encontrado chavalas
tan guapas como en Acrijos. 

En Vea todo es barranco,
en Fuentebella estrepas,
en Acrijos unas mozas
más guapas que las pesetas. 

¡Asómate a la ventana
y si no a ese ventanillo,
y si no tienes ventana
baja a la puerta, cariño! 

¿Qué es aquello que reluce
debajo del campanario,
es estrella o es lucero
o es la Virgen del Rosario?

Vamos mozos a la cama
que las estrellas van altas
y la luz del día viene
pregonando nuestras faltas.

Luciano Jiménez. “Acrijos vivencias y costumbres”. Revista de Soria, nº 10, 1995

 

El agua corriente no llegó a la mayoría de los pueblos hasta la década de los años cincuenta del pasado siglo, casi a la vez que la electrificación. En 1959, la Jefatura Provincial del Movimiento editó un folleto donde daba a conocer las obras públicas llevadas a cabo durante los últimos veinte años. Por él conocemos, entre otros pueblos, que en Acrijos (174 habitantes), el abastecimiento de aguas fue en el año 1956, el mismo que el suministro de fluido eléctrico. 

En cuanto a los bautizos, hemos recogido, de Luisa, nacida en Acrijos, cómo era la costumbre. Acudían los niños a la casa de la celebración para ver qué les tenían preparado los padrinos. A los niños se les daba caramelos, a los monaguillos chorizo, y a los mayores pan y vino. Acompañaban, a modo de procesión, al neonato y a los padrinos hasta el pórtico de la iglesia, donde les recibía el sacerdote y les preguntaba el nombre que iban a imponerle a la criatura, entonces entraban todos, dirigiéndose a la pila bautismal donde se procedía a cristianar al recién nacido.

© Isabel Goig
© de las fotos: Eduardo Jiménez Calvo

Acrijos, de Faustino Calderón

Acrijos

San Pedro Manrique

Ruta de la Despoblación 1.-
      El Norte de la Villa y Tierra de San Pedro
      Buimanco-Valdemoro- Armejún-Villarijo

Ruta de la Despoblación 2.-
      
Un paseo por el corazón del valle del Linares
     
Villarijo-Peñazcurna- Vea

Fotos de Despoblados

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