A Pie por Soria

El parque del Castillo de Soria
 

 

 

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La ciudad de Soria, siendo todo su entorno un pulmón, tiene en su interior unos parques magníficos, deliciosos, repartidos entre calles entre los que destacan la Alameda de Cervantes, antigua dehesa de la ciudad. Unas zonas verdes que son animadas durante el verano por la Banda de Música o por pianistas, por grupos de teatro para niños, por la Feria del Libro (Expoesía) en el mes de agosto o por exposiciones en el Espacio Alameda, entre otras muchas actividades. Pero hay uno especial por el trasfondo histórico que le acompaña, es el Parque del Castillo. Ese espacio alrededor de las ruinas del castillo que extiende su historia por las laderas, desde donde se divisa el río Duero y la ciudad (abarcable en su totalidad) es un lugar en el que una querría quedarse a vivir, o pasar muchas horas, algo a lo que tienen acceso, en especial, visitantes hospedados en el Parador Antonio Machado y quienes se desplacen expresamente.

En la parte alta se asientan las ruinas de lo que fuera castillo del siglo XII, demolido, al igual que la muralla, por el general Durán para que no volviera a caer en manos de los franceses. Durante la Guerra de la Independencia, José Joaquín Durán fue nombrado comandante general de Soria y su provincia. Fue ganador de la Batalla de Osonilla. Así se quedó en castillo, tal y como Durán, hombre de armas y se supone que con poca sensibilidad para otras artes, lo dejara. La muralla va tornando a su primitivo estado gracias a la labor del Ayuntamiento de Soria. En el interior de los restos de la fortaleza hace años se instaló una piscina que por fortuna y dada la lejanía del recinto al centro, no soporta mucha carga humana. Delante han instalado una escultura de Marino di Prospero, participante en el II Simposio Internacional de Escultura Ciudad de Soria, 2018, de título Fertilidad.

Salpican el espacio tres depósitos de agua entre calles cortas, tal vez diseñadas sólo para nombrarlas en honor de personajes históricos: Fernán González, Carlos de Vera y Fortún López. La parte exterior del depósito más moderno sirve para exposiciones. En la actualidad puede verse una dedicada a los hermanos Bécquer, que se debe al buen hacer de Miriam Tello y de la diseñadora Lola Gómez Redondo.

Los niños pueden disfrutar en un pequeño parte infantil que, al igual que sucede con la piscina, al estar alejado del centro de la ciudad, sufre poca afluencia. Todo ello rodeado de espléndido arbolado como castaños de indias, pinsapos, acacias..., y ardillas, muchas de ellas rubias.

En las laderas del castillo cabe imaginar bullicio y animación. Al amparo de esos lugares seguros se cobijaban las personas en especial cuando la situación se volvía peligrosa. En el camino o carretera llamada de las Siete curvas, que baja hasta el río Duero, aparecieron los restos de una pequeña iglesia románica, posiblemente san Miguel de la Cuesta, y junto al monumento dedicado al Sagrado Corazón otra, san Miguel de Cabrejas. El monumento al Sagrado Corazón fue realizado por Cayo Blázquez, maestro cantero, e inaugurado en 1944. Hubo un tornado religioso de sagrados corazones a raíz de la consagración de toda España por Alfonso XIII.

No muy lejos de las fortalezas se instalaban los judíos. Marian Arlegui Sánchez, directora del Museo Numantino, escribió en El Día de Soria de 11 de febrero de 2020:

El profesor Francisco Cantera, en su obra Sinagogas españolas señaló que «cobijada en la espaciosa Plaza de Armas y en las inmediaciones del Castillo vivió apiñada la población judía, y fue tan numerosa, que era considerada la aljama de Soria, como una de las principales de Castilla». Añadió a ello que no se había conservado resto alguno de su Sinagoga y que en general podía decirse que esta judería había sido poco estudiada. (…).

Se acepta efectivamente que una comunidad judía se asentara junto a la muralla del Castillo de Soria, en su lado este, siendo responsable del mantenimiento de las mismas, en una fase inicial de la instalación de población en Soria una vez conquistada la zona. En poco tiempo, debió crecer la población judía quedando escaso el espacio inicialmente asignado a esta población, espacio que debió estar amurallado o cercado y cerrarse por las noches. La población se extendió hasta las proximidades de la Plaza Mayor por la calle que se denominaba de la Judería y después calle Teatro e incluso tal vez ocupara alguna calle en el arrabal. En el s. XV la aljama judía de Soria era una de las diez aljamas mayores, por población, del reino de Castilla.

Según José Ignacio Esteban Jáuregui, es la calle de las Fuentes, antigua Judería y antes calle de la Judería. En todo caso ambas calles, Teatro y Fuentes, descienden hasta las inmediaciones de la plaza Mayor, alrededor de la cual se asentaban los artesanos (entre los que se encontraban personas de la religión judía) agrupados en calles con la denominación de su actividad. Tal vez, con el tiempo, podremos ver señalizada la judería soriana tal y como sucede en otras ciudades, Segovia, Toledo, Jaén entre otras, para que puedan venir los sefardíes a tratar de averiguar cuál fue su morada o, sencillamente, para pasear por la ciudad de sus antepasados.

Cuando desde la ermita de san Saturio, o desde las orillas del río Duero alcemos los ojos hasta el castillo o el parador, lo estaremos haciendo hasta el corazón de la más antigua historia de Soria.

© soria-goig.com

 

Por la Primavera soriana

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