Las Cencerradas como forma de protesta

 

Cencerrada del pintor "Laxeiro"

Cuando recorrimos buena parte de las tierras de Soria recogiendo datos para nuestro libro “Soria, pueblo a pueblo”, conocimos, por primera vez, una costumbre en principio rural, que siempre aparece en el libro referenciado en el apartado de “Tradiciones perdidas”. Se trata de la cencerrada.

Tiempo después –hemos de reconocerlo con cierto pudor- cayó en nuestras manos el libro de Eugenio Noel “España nervio a nervio”, editado por Espasa-Calpe, en la colección Austral, nada menos que en 1963. En ese impagable volumen aparece el relato “Nunca segundas partes fueron buenas”, y trata, precisamente, de una cencerrada.

Este uso consiste en coger de la casa, de la cuadra, o del almacén de cada cual aquello que sea susceptible de hacer más ruido. En general, y en el mundo rural, estos instrumentos son los cencerros, que se fabrican de varios tamaños y por lo tanto sonidos. Pero vale cualquier instrumento: silbatos, carracas, cacerolas, sartenes, almireces de bronce y un largo etcétera.

La cencerrada tiene lugar, fundamentalmente, cuando un viudo o viuda vuelve a casar. La que Noel describe, sin que ubique el pueblo, es la que, una noche aciaga, dieron a un veterinario viudo de terceras nupcias que casa con viuda de segundo varón. Y aunque no diga en qué lugar del suelo patrio tiene lugar, sí ofrece unos indicadores que muestran el grado de reciedumbre de los cencerreros "además que en este pueblo, y no me olvide de ello, nadie teme nada. Cuando las ferias les quisieron prohibir la capea; se sublevaron, dispararon los civiles, murieron cinco guapos, tres con las tripas en la mano, y la capea se celebró; y Cristo con todos”.

Hecha esta salvedad, he aquí parte de la cencerrada descrita por Noel: “... a pesar de la distancia, el escándalo es monstruoso y se perciben los matices todos del aquelarre: los golpes dados con los hierros en las latas, los silbidos pastoriles lanzados con los dedos de la boca, las explosiones secas de los pedreros en las tablas, hondas que chascan, el singular martilleo de las manos de los almireces, las notas de bandurrias y guitarros, acordeones, sonajas de pandero, el pasodoble del organillo, y por encima de todo esto descarga de mazos de cohetes, centenares de voces humanas que aúllan, berrean, que vomitan todo el repertorio de la chacota sangrienta y el insulto baboso; un concierto que haría salir la vergüenza a los hocicos de los rinocerontes e hipopótamos”.

Sin que los recién casados asomen ni un centímetro de piel por las ventanas, la noche se va calentando, se corre el rumor de que un perro, el del recién casado que duerme tranquilamente en la puerta de la casa, ha mordido a un niño, se asegura que el animal tiene la rabia y se procede a la caza del perro. De la caza del animal a la del hombre sólo median dos figuras humanas a cuatro patas, la confusión de los civiles, y sigue el baile de muertos que se salda con cinco pasados a mejor vida y doce heridos. Los recién casados no se movieron de casa ni esa noche ni la siguiente, y cuando el veterinario se entera de las desgracias comenta tranquilamente que “se alegraba de ello hasta el tuétano”.

Nosotras, en Soria, no supimos de ninguna cencerrada que acabara trágicamente y sí que en estas tierras se aplica más a los que no cumplen la costumbre (pago del piso, entrada a vecino, etcétera), que a los viudos.

Repasemos dónde tenemos documentado esta práctica. A las segundas nupcias en Espeja de San Marcelino, Fuentelsaz, Liceras, Nepas, Abión, Rollamienta, Torrubia, Castillejo de Robledo, Aldealafuente y Bliecos. En este último lugar recordaron la del día de la boda de Tomás y Remedios, ambos viudos. Hicieron unas efigies que les simbolizaban, las subieron a un carro y mientras les daban incienso cantaban: “El tío Tomás por los cerros y sin perder de su oficio, ha logrado a la Remedios a puro de sacrificio. El tío Tomás y la Remedios se quieren de corazón, hacen muy bien en quererse que marido y mujer son”. En este caso, hemos de reconocer que la broma tuvo cierta gracia.

En el caso de que las costumbres no se cumplieran el ruido podía llegar a ser considerable en Alcozar, Bliecos, Casarejos, Fuentelmonge, Judes, Liceras, Magaña, Miño de Medinaceli, Montuenga, Nepas, Nolay, Nomparedes, Piquera de San Esteban, Rollamienta, Valdanzo y Yelo.

En Valdemaluque, cuando cantaban las barzonías en las bodas, si no les invitaban a cenar, además de dar la cencerrada tiraban botos repletos de boñigas. En Quintanilla de Tres Barrios echaban mano de cencerros si al cantar las albadas no les daban la bacalada. En Hinojosa del Campo, además, encendían botos. Si una moza de Cabrejas del Pinar se casaba con un forastero, le esperaba al mozo una buena escandalera. En otros lugares explicaban el motivo con cancioncillas, como en Castilfrío: “Por negarte a la costumbre/te hemos dado cencerrada/y con lo que ahora has pagado/haremos chocolatada”.

El día de San Antón, 17 de enero, en Alcubilla de Avellaneda recorrían las calles con los cencerros en honor de los animales. Y curiosa resulta la costumbre de Quintanas de Gormaz, donde preparaban el estruendo si el vino regalado con motivo de bodas, entrada a quintos o piso era de mala calidad.

Pero este uso de dar cencerradas está extendido en todo el mundo rural, e incluso en el urbano. E.P. Thompson, en su libro “Costumbres en común”, editado en 1995 por Grijalbo Mondadori, habla de este rito y da cuenta de que el rough music, como expresión genérica, y con variantes, no es otra cosa que el hecho de hacer ruido con lo que se tiene a mano, un ruido “estridente y ensordecedor, risas inmisericordes y gestos obscenos”, se puede (o podía) presenciar en muchos lugares de Gran Bretaña, como bromas a los recién casados. Con el nombre de shivarees, una modalidad del rough music, pasó a los Estados Unidos.

Con una sonada cencerrada acompañada de quema de efigies, conmemoran en Gran Bretaña, el día 5 de noviembre, el fracaso de la llamada “Conspiración de la pólvora”. El hecho tuvo lugar, en 1605, cuando Guy Fawkes y otros católicos trataron de volar los edificios del Parlamento de Londres, siendo traicionados, detenidos y ejecutados.

Charivari llaman en Francia a la cencerrada y, al igual que el mundo rural español en general y soriano en particular, tienen (o tenían) lugar en las segundas nupcias, esposas que pegaban al esposo, adulterio y lo ampliaban a las parejas de recién casados jóvenes o en primeras nupcias.

En la actualidad podemos rastrear este rito. Por ejemplo podemos ver en los coches de los recién casados ristras de botes atados al tubo de escape. Y, lo más interesante y hacia donde deben dirigirse todas estas manifestaciones, hacia los políticos. En Suramérica es costumbre dar caceroladas a los políticos corruptos, como las reiteradas por los argentinos a causa del corralito.

En España, y muy concretamente en Cataluña, hemos podido ver y escuchar el ruido metálico de las tapas de las cacerolas contra la decisión del gobierno de Aznar de apoyar a Bush en la invasión de Irak.

© Isabel y Luisa Goig


Os dejamos dos textos donde se relatan "sonoras cencerradas".

Capítulo CIX de PLATERO Y YO de Juan Ramón Jiménez

Verdaderamente, Platero, que estaba bien. Doña Camila iba vestida de blanco y rosa, dando lección, con el cartel y el puntero, a un cochinito. Él, Satanás, tenía un pellejo vacío de mosto en una mano y con la otra le sacaba a ella de la faltriquera una bolsa de dinero. Creo que hicieron las figuras Pepe el Pollo y Concha la Mandadera, que se llevó no sé qué ropas viejas de mi casa. Delante iba Pepito el Retratado, vestido de cura, en un burro negro, con un pendón.

Detrás, todos los chiquillos de la calle de Enmedio, de la calle de la Fuente, de la Carretería, de la plazoleta de los Escribanos, del callejón del río Pedro Tello, tocando latas, cencerros, peroles, al. mireces, gangarros, calderos, en rítmica armonía, en la luna llena de las calles.

Ya sabes que Doña Camila es tres veces viuda y que tiene sesenta años, y que Satanás, viudo también, aunque una sola vóz, ha tenido tiempo de consumir el mosto de setenta vendimias. ¡Habrá que oírlo esta noche detrás de los cristales de la casa cerrada, viendo y oyendo su historia y la de su nueva esposa, en efigie y en romance!

Tres días, Platero, durará la cencerrada. Luego, cada vecina se irá llevando del altar de la plazoleta, ante el que, alumbradas las imágenes, bailan los borrachos, lo que es suyo. Luego seguirá unas noches más el ruido de los chiquillos. Al fin, sólo quedarán la luna llena y el romance.

Cencerrada del pintor "Laxeiro"

Capítulo 46 del segundo libro DON QUIJOTE DE LA MANCHA de Miguel de Cervantes

Aquí llegaba don Quijote de su canto, a quien estaban escuchando el duque y la duquesa, Altisidora y casi toda la gente del castillo, cuando de improviso, desde encima de un corredor que sobre la reja de don Quijote a plomo caía, descolgaron un cordel donde venían más de cien cencerros asidos, y luego tras ellos derramaron un gran saco de gatos, que asimismo traían cencerros menores atados a las colas. Fue tan grande el ruido de los cencerros y el mayar de los gatos, que aunque los duques habían sido inventores de la burla, todavía les sobresaltó, y, temeroso don Quijote, quedó pasmado. Y quiso la suerte que dos o tres gatos se entraron por la reja de su estancia, y dando de una parte a otra parecía que una región de diablos andaba en ella: apagaron las velas que en el aposento ardían y andaban buscando por do escaparse. El descolgar y subir del cordel de los grandes cencerros no cesaba; la mayor parte de la gente del castillo, que no sabía la verdad del caso, estaba suspensa y admirada.

 

  volver a
FIESTAS POPULARES Y TRADICIONES

  volver a 
PÁGINAS DE ETNOLOGÍA

 

FORMULARIO  esperamos vuestras Colaboraciones

© Aviso legal todos los textos de las secciones de Pueblos y Rutas, pertenecen a la obra general Paseando Soria de Isabel y Luisa Goig Soler y tienen su número de Registro General de la Propiedad Intelectual: 00/2003/9219.
Los trabajos originales de Etnología, Historia y Heráldica también están registrados por sus autores.
Así mismo los textos de los libros de las autoras están protegidos con su correspondiente ISBN

página principal soria-goig.com