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HISTORIAS DE FANTASMAS SORIANOS

Antonio Ruiz Vega

Ilustraciones: Mari Paz Menéndez Suárez
Prólogo: Miguel Sánchez Ostiz
Edita: Centro Soriano de Estudios Tradicionales
Colección Cosas de Soria nº 3
Páginas: 170
SORIA 1999

 

A veces los fantasmas se nos aparecen revestidos de las formas más increíbles, como sucede en este libro de relatos de Antonio Ruiz Vega. No diría yo que Soria es una tierra muy propicia para tales apariciones; pero, en el recuerdo, todos tenemos alguno, además de los que ya son históricos: como el fantasma de Masegoso y otros, de los que no se libró Bécquer a su paso por las tierras de Noviercas y Veruela o los más próximos del Monte de las Ánimas, que son los que ahora le han guiñado los ojos a Ruiz Vega.

Claro que para que todo esto suceda, tiene que haber por parte de nosotros algo más que una mera receptividad. Quiero decir que si el poeta o el escritor no se muestra receptivo, en un principio, el "fantasma" ni siquiera se dará por enterado. Pienso que se necesita algo más profundo, que se le llame de todo corazón y que se le asegure una estancia agradable, sin plazo fijo, que se sienta a gusto, como en su casa. Sólo de esta forma, me atrevo a afirmar, el "fantasma" o los "fantasmas" formarán parte de nuestras vidas.

Y fruto de estas vivencias es este libro, escrito con sencillez y fluidez y con cierto regusto, que es lo que queda después del primer gusto. Y entre comillas, como era de esperar del autor, atento a la realidad, no falta la crítica a ciertas actuaciones por parte de los políticos de turno, un tanto veladas por la fina ironía con la que están ligeramente esbozadas.

Los "nanis", que son una clase de fantasmas avecindados en las casas viejas de la ciudad, donde todavía se puede vivir, desposeídos de todo confort, seguro que encuentran en este libro, la horma de su zapato, el clima apropiado para resistir los nuevos programas de la ley del suelo.

© Emilio Ruiz
(publicado en Celtiberia nº 93)

"... Al poco de aquella conversación, Antonio me envió otros trabajos suyos y esta gavilla de relatos en los que aparece un escritor que tiene mucho de explorador inquieto y trotamundos y de entusiasta erudito que anda a la husma de aquellas muy barojianas cosas del tiempo, lector curioso y que tiene, además, un humor zumbón y una indudable ternura, que se refleja en su peculiar y anacrónica retórica, y una capacidad nada desdeñable de disfrutar de esos dones más comunes de la existencia de los que hablan los poetas (cuando no saben de qué hablar a veces y se les nota mucho) y que vienen a ser esos asuntos que sin darnos cuenta tenemos al alcance de la mano y están hechos a su medida.

Y, además, Ruiz Vega sabe escuchar al prójimo. Un recolector (y a la postre un inventor) de leyendas o de historias tiene que ser, ante todo, alguien capaz de perder su tiempo, para ganarlo, escuchando a los demás, tiene que ser capaz de entregarse a lo que ama, de no medir nunca sus pasos, de no mirar a otro reloj que aquel en el que campea la leyenda del "pasan veloces, pero aquí se detienen": las tierras, sus gentes, sus afanes.

Inagotable asunto este. Y sobre todo las tierras a trasmano, las gentes que no cuentan nada en ningún lado, casi ni en las estadísticas, sus historias, sus pequeños grandes mundos, y que hacen de Ruiz Vega un viajero de tierras y memorias, como quería su admirado Alvaro Cunqueiro".

© Miguel Sánchez-Ostiz
(del prólogo del libro Historias de fantasmas sorianos)

Caminando descalza por los trigales anegados, relato del libro

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